Tuesday, February 21, 2012

los cerros se apagan...


Caminando sobre adoquines que mal puestos, o robados, me muestran la muda que acontece. Como aquello que no mira atrás para despedirse o abrazar, el suspiro a lo lejos de una montaña que espera.
Miro al que llega, ojos brillantes, proyectos y sueños de una ciudad que invita y acoge.
Mi puerto querido, hediondo a Echaurren, a gringo perdido en un Cerro que no aparece en el mapa que trajo.
EL viento cálido de la tarde, el remolino de arena de calle abandonada, de obrero que duerme siesta y el que aprovecha y vende lo que no es suyo.
En la otra orilla, el festival del rico respingado, el glamour picante de la alfombra criolla, me quedo con mi puerto y su rock honesto.
Me quedo con las latas y el adobe quebrado por el sismo que va y que viene, como los cruceros, las fotografías...
La neblina de la mañana, el silencio en la ciudad, sólo el eco del puerto incansable, el contenedor que llega y el que se va.
Son nueve años, donde partí creyendo que sería una aventura pasajera, me anidó como a un feto de elefante, eterno, maldito a veces, bendito, otras.
La noche del carrete, la ironía del juguito de limón, la reina de la noche duerme tranquila, mientras el puerto se revienta a gritos desgarradores, un asesinato en la cárcel en la punta del cerro, una guagua que llora porque no tiene cuna, porque no tiene brazos que la acurruquen..
Mi viejo perro cojo, sediento, la mano amable que le acaricia. La esperanza de encontrar agua y una sobrita de la basura a deshora.
Te cambio por ahora, ya me hice vieja aquí, vendrán otros como yo, a limpiar y sacudir, a amar y a perdonar lo imperdonable.
Bendigo cada uno de mis días en este lugar extraño, de colores cambiantes, de estaciones eternas, de veranos calurosos, de incendios que oscurecen el cielo, y amaneceres de otoño, que limpian la ciudad de pasajeros ingratos, como los pensamientos.
El vecino, la vecina, los gritos, los portazos, las caminatas a media noche sobre mi techo en vela.
La montaña el río, la gallina y las flores sobre tierra húmeda, la brisa del mar, ahora sí, donde estabas escondida, entre los árboles, entre quebradas, me observabas siempre desde el balcón de tus valles. Allá en ese puerto de luces, me elegiste entre miles y me acercas a tu seno...lista para partir.
Te amo VALPO mío, gracias por todo

1 comment:

Anonymous said...

Makita, qué hermoso lo que escribiste! un abrazo enorme!!!