Wednesday, October 12, 2005

EL SUEÑO DEL SAMO Y DEL CHUNGUNGO


Samuel se instaló en el paraíso de acantilados de Laguna Verde, un poblado que crece cada día más hacia el sur de Valparaíso. Vive sólo con sus perros y el Cuarterolo, un gato macho y fornido que sobrevive entre los acosos del viento y los perros que lo persiguen. Este hombre algún día vivió en Santiago, manejando negocios de transporte y que de pronto, se cansó del tiempo agitado y las preocupaciones vacías de los capitalinos. Decidió entonces, dejar todo para radicarse cerca del mar, la tranquilidad de la naturaleza para cumplir su anhelo.El sueño comenzó en los cerros de Valparaíso, en un astillero escondido en las alturas de Montedónico, allí, con el mar a la distancia, unos barcos observaban con nostalgia sus días de gloriosa navegación. “Fue amor a primera vista, era un barco que se llamaba Roxana y que se estrelló contra un muelle en una tormenta rompiendo la popa y el estribor”.El ex Roxana llegó al astillero a manos de Don Bienvenido, carpintero y constructor naval por varias generaciones de su pasado español y chilote. “Nos hicimos buenos amigos con Don “Bienve”, juntos comenzamos a reparar y rediseñar el pesquero para transformarlo en una goleta chilota de dos mástiles”. Fue entonces que Samuel compró el casco y lo llevó a su amado pueblo de Laguna Verde.El astillero está en medio del pueblo y vecinos colaboraron con agua y luz para los preparativos de reconstrucción. Los costos han dependido de donaciones de ciertas empresas a cambio de publicidad y los ahorros de Samuel, sin embargo nunca son suficientes y de a poco, muy de a poco, el barco se va armando para estar listo. Sin embargo, el tiempo es un enemigo, el casco hay que mojarlo para que las maderas no se sequen tanto y con paciencia que, a veces, rompe en angustia el barco aún no puede besar las olas que tanto extraña.“Cuando llegué a instalar el astillero, la idea era que quedara mirando al mar, listo para lanzarlo a la aventura, ha pasado el tiempo y la ruta se borró con las divisiones de terrenos donde hoy cada día se instalan nuevas casas…”Entre los predios recortados al capricho de los pobladores de Laguna Verde, se yerguen los mástiles del Chungungo, nombre que Samuel le ha dado a su barco. El nombre surgió inspirado gracias a un tímido mamífero que habita en las costas de la zona central chilena. Es una especie de nutria que juega entre las olas frente al espectacular acantilado de la casita del Samo, apodo que le dan sus familiares y amigos.Sus hijos, una descendencia pura masculina lo visitan cada fin de semana, acompañados de amigos y mejor aún, si van las princesas, como les gusta llamar a las mujeres, el Samo se alegra de la compañía de gente joven. El menor es músico y llega con decenas de tambores e instrumentos varios que siempre están sonando dejando un ritmo alegre a la casita de Samuel.Otro hijo, que vive en Valparaíso, lleva a sus amigos que se instalan con carpas en los terrenos que siempre miran al mar. Niños juegan, otros bajan el acantilado y se lanzan a la aventura submarina en busca de erizos o caracoles que después comparten y disfrutan con los comensales. Un día a uno se le ocurrió bautizarlo como el Papá Chelo, el masculino de la Mama Chela que se hizo famosa en la teleserie de los Hippies.Al atardecer, se reúnen en la punta del acantilado más alto que Samo adora y que le puso un banco de plaza para disfrutar de la vista, casi siempre en silencio, a veces, en oración. A lo lejos, se observa el mar infinito y siempre azul que besa al otro azul inmenso del cielo, el espíritu se eleva y el viento se lo lleva a otros mundos.El Samo se acuesta temprano, a lo lejos se sienten los tambores que alrededor del fuego y bajo la luna llena, cantan y celebran los amigos junto a la naturaleza virgen de playa y mar.Cuando la mente nos enferma“Me estresé intentando cumplir una meta imposible de alcanzar. Quería lanzar el Chungungo al agua para mi cumpleaños hace poco en octubre… es que ha pasado tanto tiempo. Fue una presión impuesta e innecesaria que hoy me pasa la cuenta”. Así explica con tristeza la aparición de un tumor que le aqueja en su estómago, según él, es el reflejo de su angustiosa espera y ansiedad por acabar su anhelo de verse navegando en el mar. Ahora su sueño se aleja como una meta inalcanzable, porque su atención está ahora en su salud, sin embargo, sus ojos todavía se pierden en el horizonte azul, imaginando tormentas en medio del océano sobre su orgulloso Chungungo, quizás, con un sombrero de capitán y por qué no, una hermosa princesa que lo atienda.Samuel tiene un gran amor, esos que lo tienen pendido a uno entre suspiros y lamentos. Sueños de capitán medieval, navegando rumbo al sur, sí, a ese sur que existe entre islas chilotas y canales perdidos bajo cielos estrellados que no aparecen en los mapas.

Samuel nos dejó hace unos días, sus cenizas se esparcieron de manos de sus hijos hacia el mar siempre azul y un extraño viento se lo llevó mar adentro. Nos quedamos con la nostalgia de la lágrima recorriendo mi mejilla, la sonrisa triste de saber que por fin navegas. Algún día te iré a visitar amado amigo, espérame que ya me tocará.

¡Buen viaje Samuel!
con amorMaca

1 comment:

pablo said...

Bueno Macarushi. Me parece que el Chungungo es la gran enfermedad del Samo. No sé que le falté para estar listo. ¿plata, trabajo, ya perdió su capcidad para navegar?. Pero tal vez haya que meterlo lo antes posible para que vuelva a los acantilados. Tal vez sea la forma de extirpar el dolor. El tumor representa tal vez el lastre, lo que dejamos de hacer, lo que no conseguimos.
Una vaca para el chungungo. ¿por qué no?. Eso no lo cubre la isapre.
Un abrazo