
Hace dos meses mi hijo Samuel nació, entre mudas y papas, mucho tiempo no me queda para escribir. Las impresiones han sido poderosas y no creo en las palabras para poder expresar el cambio por el cual atravieso, el bendito cambio... Tuve un parto de pocas horas, pero bastante intenso y "laborioso". AL nacer, esperas que el llanto de tu hijo aparezca de pronto y que pongan a tu pecho al ser que nace a la vida. Sin embargo, el silencio fue lo que apareció en vez de ese llanto, la mirada preocupada de médicos y la angustiosa mirada de mi marido. "Tu hijo no está bien, pero va a estarlo", la seguridad de estas palabras provocaron en mí una fuerza y confianza muy grandes. Nunca perdí la fe en que iba a abrazar a mi hijo en algún momento. Recuerdo que comencé a orar a la madre que me crió, a María madre celestial, madre de Jesús, mi maestro favorito... y le pedí a los seres angelicales que rodeaban a mi hijo que lo cuidaran y así fue...
Ahora que todo está bien, tengo un hijo fuerte y sano, bueno...cualquier descripción de mi parte sonará a mamá "chocha". Siempre que me alejo de él y lo dejo en su cuna, le pido a su angel de guarda que lo acompañe cuando no estoy, creo que existe un ser que lo protege y que es superior a mí... Me he recordado mucho de las palabras de una amiga: "los hijos son prestados". No tenemos la certeza de su tiempo en la vida terrestre y por eso, espero valorar mientras crece, sus pequeños cambios, ver cómo crece y se desenvuelve en la vida.
Ultimamente he visto un nuevo aspecto de yoga que no conocía, su efecto terapéutico. Con mucho temor y dolor físico comencé a retomar mi práctica. Acostumbrando al nuevo estado, con menos peso, menos barriga, menos práctica... Pensé en las primeras veces que jamás volvería a estar como antes. En verdad, ha sido así, pero no ha sido una pérdida, al contrario, un paso adelante en mi experiencia con yoga.
Es como que me está "armando" de nuevo... ¡Sí!, me está reconstruyendo, nosé en verdad, cómo lo hace, pero lo siento. Durante la práctica me he sentido muy "entera", con asanas aparentemente fáciles como Tadasana o estar en mi Samastithi, sintiendo cada centímetro de mi cuerpo, llevando en mi respiración un poquito de energía vital, enraizando mis pies profundo en la Tierra, elevando mi corazón al cielo...aquí voy empezando de nuevo.
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