Thursday, January 11, 2007


No puedo dejar de poner mis manos en la Tierra”…son las palabras de Rut, una mujer criada en los bosques del sur de Chile, llenos de espíritus ancestrales que permanecen en árboles, el viento, los lagos y en las flores medicinales. Siempre me recomienda infusiones y secretos sabios de curación. Pasa muchas horas limpiando su pequeño jardín, acariciando y removiendo la tierra. “Dicen que la naturaleza todo lo sana. Dicen que el verde sana…dicen…”
Criada en la gran Santiago, comencé a anhelar como mucha angustia correr montaña arriba a ver si lograba sacar mi cabeza por encima de la nube de smog y respirar aire puro. Sentía que cada vez que iba a la naturaleza, me sentía tranquila y de vuelta en mi ciudad comenzaba a sufrir esta desconexión. Hoy, vivo en Valparaíso, una urbe muy urbe con poquísimos espacios verdes, sin embargo, en los momentos de agobio mi mirada se extiende a lo lejos y lo que veo es un horizonte limpio muy azul donde se une el mar y cielo limpiando mi mente.
Con la naturaleza lejos y tan cerca a la vez, he traído a la vida a muchas plantas, sus flores en esta época del año son una bendición. Le agradezco a mi pequeño jardín la oportunidad de disfrutar de sus ciclos de nacimiento floración y muerte. Siempre hay un ejemplar nuevo que asoma con timidez sus colores y formas de mandalas alegrando mi corazón. Hay flores, como la de los cactus, que duran poco tiempo, a lo más, dos días, Así, intento observar sus colores, sentirla, besarla o quedarme lo más posible frente a ella, como ante una deidad que se adora, por que sé que mañana quizás se marchite y muera.
El otro día un maestro chasquilla me miró con curiosidad y le expliqué que sólo duraba hasta ese día, pero pareció no sorprenderle, me siguió comentando sobre la pintura que debía comprar. Y es que a la mayoría de las personas han perdido su capacidad de asombrarse por la vida. Miro a mi hijo de dos meses y medio de vida, cómo observa todo el mundo que le rodea, los colores, ruidos mi voz, es un papel en blanco sólo absorbiendo la realidad y sin juzgarla… ¡qué ejemplo!

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